Blogia
Helados Galácticos

REFO

Es uno de los recuerdos más sólidos de mi infancia. No vi en cine el ‘Star Wars’ primigenio porque apenas tenía dos años. Pero llegué a tiempo para ver en cine ‘El Imperio Contraataca’. Año 1980. Cines Bretón. Salamanca. Asistí rodeado de mis primos en una de aquellas tardes especiales de cine familiar. Llegamos tarde, como siempre. Y nos tocó palco. Las sillas estaban avejentadas por el paso del tiempo. Eran incómodas, pero extrañamente cómplices de los sueños de toda una generación que pasó su trasero por su madera, confidente de pecados y delator de obsesiones cinematográficas. Recuerdo haberme sentado y no poder ver en su amplitud la lona de aquel cine clásico hoy desaparecido. Era demasiado pequeño. Miraba a mis primos disfrutar atónitos de lo que acontecía en pantalla. Así que me levanté y me arrimé al balcón, levantando mi mirada a la amplitud del patio de butacas. Y así vi la película. De pie, aferrado con las manos al balcón, descubriendo un cine imprevisible, un espectáculo de sensaciones, absorto ante aquellos efectos especiales nunca vistos hasta el momento, asimilando todo un género multidisciplinario de tan amplio nivel popular. Absorbido por aquella experiencia dentro de la sociedad galáctica, ‘Star Wars’ irrumpió en mi vida de tal manera como lo hizo en la iconografía cinematográfica colectiva, pasando a ser una auténtica y genuina seña de identidad generacional que formaría parte de la cultura popular. Más allá del ulterior embeleso, de las figuras y juguetes con los que jugar, de la obsesión, del ‘frikismo’ anticipatorio, hubo una imagen que me impactó como nunca antes algo lo había hecho; se trata del momento en que vi por primera vez a Darth Vader, el Mal absoluto, el icono más emblemático de la Saga… Más allá de mi incapacidad por entender toda esa confluencia de aquellos géneros que estaba empezando a descubrir por entonces; el ‘western’, el cine bélico, los cómics, la ciencia ficción, el cine de aventuras… sobresalió el siniestro casco negro de Lord Vader  y su alegoría perfecta del Lado Oscuro de la Fuerza. Tras aquella proyección, nada volvió a ser lo mismo. La diversión, la espectacularidad visual, la infancia posteriormente perdida, la lucha entre el Imperio del Mal y los Jedis habían llegado a mi vida para permanecer por siempre en mi memoria, en mis recuerdos, en mis preferencias, en mis influencias... Por eso, treinta años después, le doy las gracias a George Lucas por establecer un punto de referencia, por hacer soñar a aquella generación y a todas las venideras. Felicidades por tres décadas de magia y evocaciones.

- Miguel Ángel Refoyo / REFO

0 comentarios